Monday, June 6, 2011     17:19
 

Los cuatro viajes de la estatua de Cristobal Colón

La emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, decidió hacer un regalo al pueblo istmeño, a través de su amigo el expresidente de Colombia, el general Cipriano Mosquera, de una estatua a tamaño natural del descubridor de América, el almirante Cristóbal Colón.

A tal efecto, se confeccionó en bronce un bello monumento donde aparecía el Gran Almirante, con su mano derecha extendida y señalando hacia el mar. Con su otro brazo sostenía por la cintura a una joven y bella india, simbolizando a la América.

La figura fue embarcada desde Europa a comienzos del mes de abril de 1870, (primer viaje), acompañada por el comisionado especial de la Emperatriz, el Capitán de Navío Monsieur E. Ferres, para hacer la entrega oficial de la misma. El 29 de dicho mes, llega a la ciudad de Colón en el barco L'Emperatrice Eugenie.

El congreso de Colombia expidió un decreto el 7 de junio de 1870, donde establecía el sitio para colocar dicho monumento, escogiendo el patio del ferrocarril de Panamá. La respectiva ceremonia se llevó a cabo el 1 de mayo de 1870, con un elaborado programa, cursando invitaciones para la inauguración del monumento, al cuerpo consular y a destacadas personalidades del Istmo.

Ante una inmensa concurrencia en el patio del Ferrocarril de Panamá, el enviado especial de la Emperatriz, leyó un discurso donde manifestó: "permitidme señor, antes de concluir, manifestar la viva satisfacción que siento por haber sido encargado de una misión tan grata como honrosa para mí, pues que me proporciona conocer esta ciudad que aunque naciente, es ya célebre, y sus habitantes así como los dignos magistrados que rigen sus destinos".

Habló después el General Buenaventura Correoso y expresó "Ni es de extrañarse que la mano de la Emperatriz de los franceses haya llevado su cortesanía hasta obsequiar a Colombia con el más digno monumento que estimarse puede en este Nuevo Mundo. Llena ella de nobles sentimientos e inspirada siempre por los más sacrosantos deseos, ha querido traer aquendo estos lados, el reconocimiento y la gratitud que sus numerosos actos de beneficencia han engendrado en todo aquel antiguo y civilizado mundo".

Terminó su elocuente discurso expresando "En fin, Señor, decid a Vuestra virtuosa Soberana, que doy las gracias a nombre de mi Gobierno y que el monumento que se levanta a la memoria de Colón será el altar donde todos imploremos por la felicidad de ella y el buen nombre de Francia".

Durante los próximos diez años, el descubridor del nuevo continente y la aborigen, estuvieron tranquilos, observando calladamente el ir y venir de los trenes y pasajeros que marcaban importantes hechos en la historia política y comercial del istmo panameño.

Con el arribo de la Compagnie Universel du Canal Interoceanique para hacerse cargo de la construcción del Canal, el Conde de Lesseps, en una visita a Colón en diciembre de 1879, encontró que la estatua estaba en un estado deplorable y pidió permiso para trasladarla a la entrada de un nuevo barrio, que posteriormente se llamaría Cristóbal. Allí fue colocada frente a la casa que le sirvió como residencia durante su muy corta estadía en esa ciudad. (segundo viaje).

En junio de 1904, al celebrarse un convenio con el fin de establecer los límites entre la Zona del Canal y la República de Panamá, dentro del marco de los tratados Hay-Buneau Varilla, la estatua de Colón, ya situada en el área de Cristóbal, quedaba bajo la jurisdicción norteamericana.

Debido a esta cuestión puramente accidental de tipo geográfico, se da inicio desde ese momento, por las autoridades panameñas, a un dilatado proceso de negociaciones diplomáticas con el objeto de traerla hacia territorio panameño, pero en todo momento la Comisión del Canal de Panamá, apoyada por el Departamento de Estado en Washington, mantenía la tesis que dentro de esos límites se incluían todos los bienes allí presentes (la estatua, por ejemplo), mientras que Panamá adversaba totalmente esa posición.

Como el conflicto diplomático languidecía en un plano insoluble y el tiempo transcurría, el gobierno americano sugirió que se ubicase en la línea divisoria limítrofe, tratando de llegar a un arreglo amistoso, proposición que no fue aprobada por Panamá.

En el barrio de Cristóbal, el monumento se quedó hasta enero de 1916, cuando el gobierno panameño aceptó, como un paso provisional, que fuese colocada en el patio del Hotel Washington (tercer viaje), donde por largos años engalanó la belleza arquitectónica del renombrado centro hotelero.

La llegada a Panamá de Roy Tasco Davis, como Ministro de los Estados Unidos ante nuestro país, vino a significar un importante punto en esta lucha, ya que el distinguido diplomático, tomó un especial interés en la finalización de la controversia y tras diversos arreglos en Washington, pudo enviar una nota el 31 de mayo de 1930 al Secretario de Relaciones Exteriores de Panamá, Dr. Juan Demóstenes Arosemena, donde expresaba: "desde luego que parece ser dicho monumento propiedad de Panamá, el Gobierno de los Estados Unidos, conviene en su inmediata remoción del sitio en que se encuentra y su traslado a cualquier punto que sea satisfactorio para el Gobierno de Vuestra Excelencia".

Terminada satisfactoriamente esta situación, se decidió transportar la estatua (cuarto viaje)hacia una sección del paseo Centenario, entre las calles 2 y 3 de la ciudad de Colón, sobre un bellísimo pedestal diseñado por el ingeniero Genaro Ruggieri, muy conocido en Panamá, por haber construído muchas obras de importancia (Teatro Nacional, Palacio de Gobierno, Palacio Municipal, etc.).

La inauguración oficial se llevó a cabo el 21 de diciembre de 1930, con la asistencia de distinguida concurrencia que acompañó al presidente de la república, el ingeniero Florencio Harmodio Arosemena, al señor Carlos M. Guevara, presidente de la Asamblea Nacional y al Dr. Manuel Herrera G., presidente de la Corta Suprema de Justicia, a develar la hermosa obra de arte, al tirar en forma simultánea de tres cuerdas.

Colón, con su frente hacia adelante y quilla al mar, sorteó todos los obstáculos y producto de su buena voluntad, llegó a coronar con un triunfo su aventurado primer viaje, en nombre de Castilla y de León.

Nada más justo que ese reconocimiento que efectuó la Emperatriz Eugenia, al regalar la bella estatua del Descubridor.

Igualmente justa la decisión del gobierno colombiano de esa época, designando con el nombre del genovés, a la ciudad que fuera la custodio de tan importante obsequio.

Curiosidades de la historia: Cuatro viajes hizo el Almirante Colón hacia las tierras del Nuevo Mundo y su estatua igualmente realizó tal número de movimientos.

Parece finalmente que el Paseo Juan Demóstenes Arosemena (antes Centenario ) será el final de tan largo peregrinaje, pues ya tiene el monumento 62 años de no ser movido a ningún otro lado.

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