Monday, June 6, 2011     17:19
 

Discriminación de las enfermeras nacionales: intervención de acción comunal

Los pasos iniciales de nuestra nación en el campo de la docencia en la enfermería, se dieron en 1904 con la creación de una Escuela Práctica de Parteras en el viejo Hospital Santo Tomás.

La tendencia y voluntad hacia un cambio de imagen dirigida a una mayor profesionalidad y que se alejara definitivamente de los términos "práctica" y "parteras", un punto muy a favor de las enfermeras en todas partes del mundo, se llegó a cristalizar en 1906, con la creación de una Escuela de Obstetricia, bien planificada y regida completamente dentro de los parámetros académicos.

Como las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl habían asumido el cuidado de los pacientes en nuestro hospitales desde los trabajos canaleros de la época francesa, desarrollaron cierto celo contra las enfermeras profesionales que arribaron a Panamá en 1904 con el grupo de médicos encabezados por Gorgas.

Posteriormente debido a ciertas desavenencias que surgieron entre las monjitas y las autoridades del Santo Tomás, fueron retiradas del nosocomio, apareciendo de inmediato una urgente necesidad para la contratación de personal extranjero, norteamericanas y alemanas, debidamente acreditadas.

Para tratar de obviar este patente déficit, el gobierno nacional con don José Domingo de Obaldía a la cabeza, expidió el decreto número 16 del 14 de diciembre de 1908, por medio del cual" se creaba una escuela para formar un servicio de enfermeras con personal de alumnas del país".

Louise Brackamayer, una alemana de vasta experiencia, sólidos conocimientos y de férrea disciplina, que presentaba una hoja de inigualables servicios en el Hospital Ancón de la Zona del Canal y más tarde como directora del Sanatorio para Convalecientes en Taboga, fue contratada para ser la primera directora del recién establecido plantel.

Sirvió con extraordinaria calidad hasta 1918 cuando en forma voluntaria se retiró del servicio activo, pero ya había implantado la semilla de su gran personalidad en el nuevo centro docente.

La norteamericana Louise Kuratt desempeñó el cargo hasta 1922 y luego Sara E. Adams hasta 1926.

Es justamente dentro de este último período, cuando en 1923 la sociedad patriótica denominada Acción Comunal, empieza a demandar investigaciones en el Hospital Santo Tomás alegando discriminaciones manifiestas contra las enfermeras panameñas.

El grupo nacionalista resentía cualquier tipo de diferencias entre profesionales que desempeñaban una misma labor.

La indagación solicitada apenas representaba un eslabón en una cadena, pues asimismo se hacía notar que pacientes indigentes debían realizar trabajos fuertes y sucios para pagar en alguna forma sus costos de hospitalización e igualmente para recibir una alimentación de muy pobre calidad.

La principal discriminación entre enfermeras del país y americanas, ambas con igual título, era muy cierta. Las panameñas entraban ganando 15 balboas mensuales y después con una mayor experiencia podían aspirar a sueldos entre 30 y 50. Las norteamericanas, al inicio de su trabajo, recibían 80,90 y hasta 100. Se citaba el ejemplo de una panameña con 14 años de servicio y que devengaba únicamente 100 balboas por mes.

Para irse al fondo del asunto, Acción Comunal nombró una comisión con el objeto de verificar la autenticidad de estas afirmaciones y que rindió un informe después de dos meses de trabajo.

Se debe recordar en estos momentos que mediante el decreto 71 del 17 de octubre de 1905, firmado por el presidente Amador Guerrero, el control de la sanidad en las ciudades de Panamá y Colón, pasaba a manos de los norteamericanos.

El superintendente del Hospital Santo Tomás era el mayor Edgar A. Bocock y un gran número de médicos también eran norteamericanos, al igual que enfermeras y otros técnicos..

El informe demostró que las extranjeras tenían comedor especial, mejores habitaciones y alimentación, lo mismo que lugares especiales para recibir a sus visitantes, además de constatar las marcadas diferencias salariales.

Todas las jefaturas de las salas estaban en manos de las foráneas, incluyendo al Salón de Operaciones.

Por el mismo trabajo en el quirófano, la nacional recibía un emolumento mensual de 50 balboas, mientras que a la extranjera se le asignaban 110 balboas.

Los esfuerzos de Acción Comunal, en 1923, para traer al descubierto estos hechos, llevaba también una segunda intención, pues estaba luchando por un proceso de nacionalización de la medicina panameña, ya que la apertura de las nuevas y bellísimas instalaciones del moderno Hospital Santo Tomás era simplemente cuestión de muy poco tiempo.

La administración del Dr. Belisario Porras se encontraba próxima a inaugurar este majestuoso centro hospitalario frente al mar Pacífico, (15 de septiembre de 1924) en los terrenos de la nueva barriada conocida como La Exposición.

El tremendo esfuerzo económico que había realizado el gobierno nacional para terminar las edificaciones y equipar al nuevo nosocomio dentro de los más exigentes criterios de la medicina moderna, se enfrentaba a críticas mordaces de los partidos de oposición.

Acción Comunal había visualizado el problema de una manera muy clara y diáfana. Resultaba inadmisible que extranjeros vinieran a dirigir y tener las mejores posiciones dentro del escalafón hospitalario.

Esta campaña que tuvo su origen en la discriminación de las enfermeras llegó a su verdadera cúspide cuando se inauguró el Hospital Santo Tomás el 15 de septiembre de 1924 y una semana después, el presidente de la república Dr. Belisario Porras y el secretario de Fomento y Obras Públicas, Juan A. Jiménez, expedían el decreto nacionalizando el personal de los hospitales en Panamá y cuyo artículo sexto especificaba que "los empleados de los hospitales de la República, cualquiera que sea su categoría o condición, deben ser panameños, excepción hecha de los técnicos profesionales que no puedan conseguirse en el país cuyos servicios puedan ser contratados por el Poder Ejecutivo".

El mayor Bocock, superintendente desde los tiempos del viejo centro, fue a su tiempo reemplazado por el Dr. Alfonso Preciado y las enfermeras fueron ocupando el sitio que realmente les correspondía, dentro del engranaje de la prestación de salud en todo el territorio nacional, sin discriminaciones de ninguna clase y devengando salarios de acuerdo al trabajo profesional que se rinde.

Acción Comunal ya lo había previsto y de igual manera pudo saborear a muy corto plazo el fruto de la victoria en una campaña nacionalista de relevante mérito.

Es muy conveniente que las presentes generaciones de profesionales de la enfermería, conozcan o refresquen la memoria, de aquellos hechos importantes en el desarrollo de sus conquistas y que fueron cimentando, paso a paso, el nivel laboral que actualmente poseen.