Monday, June 6, 2011     17:19
 

Inauguración del dispensario anti-tuberculoso (1934)

A través de los años, la tuberculosis fue una enfermedad que dio enormes problemas de salud a la humanidad. Grandes hombre murieron de la misma, como fue el caso del compositor Frederic Chopin y tantos otros.

La conocida "peste blanca", por su muy fácil método de contagio y por no existir una terapia específica para la misma, hacía de su control un verdadero problema.

Para el año de 1934 nuestro país dio un gran paso hacia adelante en la lucha contra esta patología pulmonar, al inaugurarse el 27 de enero de 1934, un nuevo y moderno Dispensario Antituberculoso, que estaría bajo la inmediata dirección del especialista Dr. Amadeo V. Mastellari, motor y alma de todas estas campañas.

Vino a ser este centro un apoyo decisivo para otra, la muy conocida Sala H del Hospital Santo Tomás, dedicada exclusivamente al tratamiento de estos enfermos y que venía funcionando ya desde hacía algunos años y con un recomendable éxito.

La Sala H localizada donde después se instalaron las oficinas administrativas y de la Dirección Médica, representó sin ninguna duda, un gran paso en el diagnóstico y tratamiento hospitalario.

La tuberculosis campeaba por toda nuestra república, ya que la población reunía los puntos esenciales para su fácil contagio y rápida diseminación, como son la pobreza, hacinamiento en los hogares, poca preocupación por la diseminación de los esputos, ninguna separación en los utensilios de comer y pobre alimentación.

El Dispensario pues, tenía por delante un gran papel que cumplir desde el punto de vista preventivo y curativo.

Concebido como parte de un plan para mejorar la salud del pueblo panameño en general, fue llevado a feliz término por el Dr. Arnulfo Arias, en ese tiempo (1934), Jefe del Departamento de Beneficencia.

Como médico, el Dr. Arias dirigió todos los esfuerzos por dotar al país de unidades sanitarias (hoy los llamados Centros de Salud), dispensarios y hospitales en general, que se fueron diseminando por el territorio nacional.

El moderno edificio se localizó en la Avenida A y calle 15 Oeste, cercano al cuartel de Bomberos de Panamá, y se encontraba dotado de todas las facilidades para una atención rápida de los enfermos que fueran referidos.

El equipo de laboratorio y de Rayos X que se instaló, venía a representar los más grandes avances tecnológicos de ese tiempo.

Se destacaban la aplicación del neumotórax, que consistía en la introducción de oxígeno tomado del aire natural y descompuesto por medio de un filtro especial, a la cavidad pleural produciéndose de esta manera un colapso del pulmón, que llevaba a la cicatrización de las porciones de tejido pulmonar que se encontraban más afectadas por la peste blanca.

Por muchos años este proceso terapéutico del neumotórax representó uno de los mayores adelantos en el tratamiento.

El presidente de la república, Dr. Harmodio Arias M., prestigió con su presencia el acto inaugural del Dispensario Antituberculoso. El discurso de fondo fue pronunciado por el secretario de Agricultura Dr. Alejandro Tapia en nombre del gobierno, quien destacó el enorme valor de los servicios que allí se prestarían, de manera gratuita para todo el pueblo panameño.

Se hablaba igualmente de una futura construcción de un sanatorio para tuberculosos en Boquete, al estilo de otros en Costa Rica y los Estados Unidos (siendo en Denver, Colorado el más popular de todos), como metas para poder cerrar en esta forma el ciclo terapéutico de la enfermedad.

Con la integración del plan de vacunas contra la tuberculosis, el Dispensario continuó su labor en la lucha antituberculosa, intensificando la toma de radiografías y los exámenes de esputo y aplicación de vacunas, al igual que un estricto seguimiento de todos los pacientes.

Mastellari, un extraordinario médico, miembro de muchas sociedades internacionales de la especialidad y fundador de la Academia Panameña de Medicina y Cirugía, dedicó su vida a luchar contra la tuberculosis. Era considerado el número uno en nuestro medio, donde dejó una estela limpia y de muy alta profesionalidad. Sus presentaciones científicas, muy claras y precisas siempre, se basaban en profundas observaciones y atinados experimentos.

El Dispensario Antituberculoso vino a ser un gran punto que distinguía a nuestro país y lo situaba a la vanguardia en este batallar contra la enfermedad.

A la muerte del Dr. Amadeo V. Mastellari, acaecida el 9 de septiembre de 1956, el Gobierno Nacional decidió ponerle al Dispensario el nombre de tan destacado tisiólogo, honrando así su memoria y su incansable trabajo. La cantidad de pacientes que fueron atendidos y curados en dichas instalaciones, vinieron a representar testimonios vivientes de eterno agradecimiento.

Con los descubrimientos de las drogas antituberculosas en la década de los '60, se revolucionó el mundo terapeútico contra esta enfermedad y el Dispensario dejó ya de ser el centro de esta campaña, siendo sus instalaciones orientadas hacia otros usos.

Sin embargo, la fecha del 27 de enero de 1934 debe ser recordada en los Anales de la Medicina panameña, ya que representó un significativo avance en nuestra Salud Pública.