Monday, June 6, 2011     17:19
 

La medicina panameña en el siglo XIX

El carácter transitista que ha tenido Panamá, a través de toda su historia, ha sido un factor muy importante para el desarrollo de las condiciones que demuestran sus influencias sobre el individuo.

Una gran morbilidad endémica, marchando en paridad con una corta expectativa de vida ( 35 años ) son las salientes de importancia para el siglo XIX, en lo relativo al concepto salud.

Los frecuentes movimientos de personas por el Istmo, desde las Ferias de Nombre de Dios y luego de Portobelo, determinan una alta mortalidad en la población.

Igualmente, el arribo de 600 escoceses en 1678, por ejemplo, para formar una colonia, bajo el mando de Patterson, resulta en la muerte de más de 400 colonos.

Luego se presenta otro ejemplo de la influencia del clima, con la llegada en 1784 de soldados españoles a las costas de San Blas, de los cuales, también fallece un alto número de ellos.

A inicios del siglo XIX, se desata una gran epidemia de viruela, que termina con un 80% de la población indígena, por lo cual años más tarde en 1850, surge como corolario, su éxodo hacia las montañas.

Estas irrupciones de viajeros, carentes de Dios y Ley, sufren” una enorme y repentina multiplicación, con los hallazgos auríferos en California en 1848”.

En la época que gira alrededor de la construcción del Ferrocarril de Panamá (1850-1855), Robert Tomes, estimó las tasas de mortalidad entre las diferentes razas de los trabajadores, así:

  • Población nativa 20 x mil.
  • Población negra : 25 x mil.
  • Población europea : 33 x mil.
  • Población china : 90 x mil.

Al comparar las dos épocas de la construcción del Canal de Panamá ( francesa y norteamericana), se observa una abismal diferencia en las mortalidades ,que es consecuencia del descubrimiento de los vectores de la malaria y la fiebre amarilla (Anófeles y Aedes Egypti) en 1901, resultado de los trabajos científicos de Reed, Finlay, Carroll, Agramontes, del mártir Lazear y muchos otros héroes.

Las condiciones sanitarias de las ciudades de Panamá y Colón, eran simplemente deplorables, especialmente de la segunda, con calles en muy mal estado, colmadas de escombros, deshechos y de basuras en todos los grados de putrefacción.

Las excretas humanas eran arrojadas directamente desde los balcones de las casas. a las ya de por si, hediondas y lodosas calles de Colón, conocida como la ciudad más sucia del mundo, siendo este caos higiénico una invitación abierta y permanente, para la propagación de todas las infecciones.

Enormes cantidades de moscas, mosquitos y ratas, merodeaban con entera libertad por las desaseadas y nauseabundas avenidas, con la total ausencia de una autoridad que pudiera controlar este desenfreno.

Como si no hubiera suficiente con los adversarios ya mencionados, en 1852 apareció una epidemia de cólera, después del arribo de un barco procedente de New Orleans.

Los esfuerzos realizados por el médico panameño Dr. José Domingo Espinar (además General del Ejército), determinaron la instauración de muy exitosas medidas de control sanitario.

Los años de la fiebre del oro en California, (1848-1858 ) con el enorme número de viajeros, desordenados, sucios, borrachos y pendencieros, que empleaban a Colón y Panamá, como puntos de tránsito, indujeron un grave disturbio ecológico y de salubridad, como resultado de la anarquía que se generaba, por el desembarco de estas bandas de individuos, cuyo primordial interés era llegar a la tierra dorada, de cualquier manera, pero siempre que fuese la más rápida posible.

Alto consumo de alcohol, innumerables riñas y muertes violentas, contagio de nuevas enfermedades y decesos incitados por las ya establecidas endemias del Istmo en esa época (malaria, fiebre amarilla, disentería, pulmonía, viruela y tuberculosis), daban como resultado la alta morbilidad y mortalidad de esos años.

Los múltiples viajeros que arribaban carecían de defensas inmunológicas para batallar contra los padecimientos del Trópico y con mucha frecuencia fallecían al ser expuestos a ellas.

En enero de 1863 se presentó la fiebre amarilla como formidable epidemia, que hizo estragos en la población.

Igualmente, en marzo de 1869, vino la viruela que ocasionó innumerables víctimas, determinando el programa de vacunación masiva y obligatoria, que fue implantado.

El general Buenaventura Correoso, como Presidente del Estado de Panamá, toma medidas de gran importancia, para mejorar el estado de la salubridad en el Istmo, anunciando:

  1. limpieza del muladar de la ciénega y los muelles.
  2. evitar la acumulación de material sucio en los patios.
  3. enterrar con rapidez a los fallecidos de viruela.
  4. vacuna obligatoria contra viruela para todos los niños.
  5. enterrar a buena profundidad a los animales muertos.
  6. aislamiento de enfermos con viruela.
  7. empréstito para la construcción de un acueducto moderno.
  8. alumbrado por gas para calles y vías.
  9. mejoramiento de los métodos para la recolección de la basura.
  10. nuevo cementerio.
  11. arreglo del Paseo de las Bóvedas y Plaza de Santa Ana.

HOSPITALES

Desde el año de 1513, Vasco Núñez de Balboa le solicita al rey de España, que “ no enviara a Castilla del Oro a Bachilleres en Leyes, sino en Medicina”, demostrando de esta manera, la urgente necesidad de estos profesionales en las colonias.

Consecuente con esta petición, fue trasladado a Panamá el Licenciado Barretta, que así llegó a convertirse en el primer médico en el Istmo y a Hernando de la Vega como cirujano..

En 1515 se construyó un centro hospitalario en Santa María la Antigua, llamado el Hospital Santiago, que resultó el primero de su clase,

Los habitantes de la ciudad de Panamá, mediante una colecta popular fundaron un centro hospitalario que se llamó San Sebastián, fundado en 1521, con un área de 4500 metros cuadrados, incluyendo una iglesia y varias otras dependencias. Por dificultades económicas se tuvo que llamar a los frailes de San Juan de Dios para su administración y se cambió el nombre similar al de la congregación mencionada.

El nombre de Hospital San Juan de Dios fue muy popular por esos tiempos, existiendo en Panamá (1521, ya citado ), Portobelo ( 1598 ) y Natá ( 1670 ).

El Hospital de San Felipe Neri fue inaugurado en 1694 y dedicado, exclusivamente. para el cuidado de sacerdotes enfermos, pero que se clausuró tres años más tarde, por falta de fondos.

En 1703 se fundó el primer Santo Tomás de Villanueva que fue abierto por el Obispo de Panamá, Fray Juan Arguelles, destinado únicamente para mujeres, ya que los hombres continuaron siendo atendidos en el San Juan de Dios.

Hacia 1842 el Hospital Santo Tomás fue construido en unos terrenos de la actual Plaza Amador,con la ayuda pecuniaria de los señores Ventura Martínez, José María Vera y el liderazgo del Obispo José Higinio Durán, cerca del sitio ocupado por el actual Cuerpo de Bomberos.

A mediados del siglo XIX en Panamá, no existía agua potable, alumbrado público, desagues y las calles eran abierto receptáculo de toda clase de inmundicias. Funcionaba un pequeño Hospital costeado por fondos de extranjeros y de allí su nombre de Hospital de Extranjeros.

HOSPITALES DEL CANAL FRANCES

El más espectacular avance en el cuidado hospitalario en el Istmo de Panamá, tuvo lugar con el arribo de los franceses, en enero de 1881, para iniciar los trabajos del Canal.

El Conde de Lesseps se rodeó de un equipo médico, altamente calificado, que incluía al Doctor Louis Companyo, como Jefe y quien había ejercido similares funciones durante la construcción del Canal de Suez. Se contaba además con otras destacadas figuras del mundo médico, como Edward Carcenac, miembro del Royal College of Physicians de Londres y Frederick Pidoux, del Colegio Médico de París.

El Cuerpo de Enfermeras provenía de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, muy abnegadas en su trabajo, aunque con limitaciones religiosas, en cuanto al desempeño total de sus funciones, sobre todo para pacientes del sexo masculino (baños, limpieza de areas genitales, cobertura de heridas, etc.).

La falta de un entrenamiento profesional, la suplían las Hermanas, con el cariño que usaban en su trato de los pacientes y la dedicación y amor que le imprimían a sus actuaciones.

Esta organización hospitalaria se inicio con la construcción del gran Hospital Central de Panamá, conocido también como el Hospital del Cerro, L’Hopital Notre Dame du Canal, situado en una colina cercana al Ancón y con espléndida vista a la Bahía de Panamá.

Inaugurado el 12 de septiembre de 1882 por el Arzobispo de Panamá, Monseñor Telésforo Paul y a un costo de 500 millones de francos, fue equipado con el mejor instrumental médico-quirúrgico de la época.

Eran 70 edificios construidos en forma separada, bajo grandes árboles de Eucalipto, con el objeto de obtener la debida ventilación e higiene y con una capacidad para 500 pacientes.

Primer centro en utilizar la separación de pacientes de acuerdo al por tipo de enfermedades que presentaban.

Había enormes jardines con plantas y arbustos rodeados por canjilones con agua para impedir el ascenso de las arrieras, pero que en realidad se convirtieron en los mayores criaderos de los mosquitos, Anófeles y Aedes Egypti, hasta esos momentos, los desconocidos vectores de la malaria y fiebre amarilla.

Una situación idéntica aparecía en las salas de hospitalización, donde las patas de las camas se metían en cubos con agua, buscando una similar protección , pero con el resultado ya expresado.

Equivalía a una invitación abierta para convivir con los enemigos.

Como mencionaba Gorgas, los franceses con este sistema se convertían, sin saberlo, en los mayores propagadores de las fiebres amarilla y malaria.

Un médico canadiense, el Doctor Wolfred Nelson , quien practicó la medicina privada en Panamá, (1850-1855 ) y acérrimo enemigo del Conde de Lesseps ( a quien denominaba El Gran Enterrador), reconoció posteriormente en su libro “Cinco años en Panamá”, que “ los servicios médicos ofrecidos por los franceses eran sin duda, el más perfecto sistema hospitalario que se ha construido en el trópico”.

Posteriormente, el Coronel George W. Gorgas, Jefe de Sanidad durante la época norteamericana, ( 1904-1914), también aceptó la gran calidad de los servicios que ofrecieron los franceses, al expresarse que “ los hospitales del Canal, son sin lugar a dudas, los mejores construidos en el trópico, mejores instituciones que cualquiera de los Estados Unidos, en el mismo período y dirigidos por una firma o corporación.”.

Los franceses, igualmente, construyeron otro Hospital, algo más pequeño, en el lado atlántico y que lo llamaron Hospital Colón, de 40 edificios, levantados sobre pilares en la playa , con una admirable ventilación cruzada. y a un costo de $ 500.000 para 250 camas, que tuvo un magnífico desempeño como centro de apoyo.

Para completar esta red hospitalaria, edificaron en la isla de Taboga, bello lugar a 45 minutos de la ciudad de Panamá, un Centro para Convalecientes en el Cerro La Cruz, con capacidad para 50 pacientes y que fue desde su inicio, un gran acierto en la Medicina Recuperativa. En variadas ocasiones, tuvo más de un 95% de ocupación . (El paciente más famoso fue el pintor Paul Gauguin, quien durante su fase como obrero de pico y pala, ( 5:30 a.m. a 6:00 p.m.) en el Corte de Culebra, contrajo una malaria y su recuperación la llevó a cabo en dicho centro.

El último eslabón de esta cadena hospitalaria, lo constituyó la serie de centros de primeros auxilios, que edificaron a lo largo de las 19 estaciones del ferrocarril ( Chagres, Gatún, Pedro Miguel, Culebra, Emperador, Las Cascadas, Bas Obispo, Tiger Hill, Lion Hill, Matachín, Ahorca Lagarto, Paraíso, Miraflores, Bohio Soldado, Barbacoas, Frijoles, La Boca, Frijoles, Tabernilla) que desempeñaron un gran papel en la rápida atención de casos de urgencias.

Desde febrero de 1904, cuando los norteamericanos tomaron completo control de los trabajos del Canal, iniciaron una verdadera revolución sanitaria en el Istmo de Panamá, particularmente en las ciudades terminales del Canal ( Panamá y Colón ), sin embargo, adoptaron el esquema básico de atención médica elaborado por los franceses, inyectando además, enormes cantidades de dinero, una mejor organización y el beneficio directo del descubrimiento de los mosquitos Anófeles y Aedes Egypti como vectores de las fiebres, llevado a cabo en La Habana por Reed. Finlay, Agramontes, el mártir Lazear. Carroll y otros.

Grandes esfuerzos tuvieron que ser empleados para que esta teoría de los mosquitos fuese aceptada, en lugar de la prevalente, hasta entonces, del mal aire que provenía de las miasmas.

De esta forma, los norteamericanos se dedicaron de inmediato, a combatir contra enemigos reales y conocidos, no contra fantasmas, como tuvieron que llevarlo a cabo, los franceses.

Se puede conjeturar históricamente, si el Conde de Lesseps con todos estos descubrimientos en su poder, no hubiera repetido su gran éxito de la construcción del Canal de Suez? en lugar de terminar su vida como una persona escarnecida y condenada por los tribunales.

Y salta de inmediato la otra pregunta, nos habrían devuelto el Canal?.

MEDICOS PANAMEÑOS DEL SIGLO XIX

La gran mayoría de los médicos que ejercieron la profesión en el Panamá decimonono, rovenían de Europa, Sur América y algunos de Centro y Norteamérica.

La mayoría de ellos ejercían su labor en forma privada y donaban gran parte de su tiempo para dedicarlo a los Hospitales de Caridad.

Entre los médicos panameños que practicaron durante el siglo XIX en Panamá, se destacaron los Doctores Isidro Arroyo, José Domingo Espinar, Carlos Icaza Arosemena, Sebastián José López Ruiz, José Pablo Martínez, quien también trabajo en México, donde se le mencionaba como “ gloria de Panamá y México, Manuel Amador Guerrero primer presidente de Panamá, Julio Icaza, Santos J. Aguilera, Ciro Urriola ( ex presidente de Panamá) y Augusto S. Boyd, gran cirujano del Hospital Santo Tomás, diplomático y político ( ex presidente de Panamá ).

En David, Chiriquí, los doctores Alejando Pérez Rivas, Gustavo Ros, Manuel González Revilla y Roberto Risco y en Bocas del Toro, Ernest Price.

El método francés de la Compagnie Universelle y posteriormente de la Compagnie Nouvelle, se inclinó más bien, hacia una forma socializada de atención médico-quirúrgica a los trabajadores, que luego fue copiado y mejorado ampliamente por los norteamericanos, bajo la dirección de William C. Gorgas, como jefe de Sanidad.

Las estadísticas médicas, morbilidad y mortalidad, estaban llenas de errores y con muchas fallas en su registro, algo que se esperaba, pues las compañías contratistas de trabajos en el Canal, que debían pagar 5 francos diarios por la hospitalización de sus obreros, usualmente los despedían a los primeros síntomas de una enfermedad o los hospitalizaban tardíamente y así ahorraban en los costos.

Esta fue una práctica muy frecuentemente empleada por las numerosas compañías contratistas y subcontratistas, que participaban en la construcción del canal.

Los años de 1848 a 1852 y resultado del frenético y compulsivo correr de los viajeros hacia California, atraídos por el espejismo de una riqueza instantánea, provocó una invasión de futuros mineros a Colón, en enorme avalancha humana, integrada por personas que no tenían “ Dios ni Ley “, y que tampoco observaban las mínimas condiciones de higiene.

Tenían estos viajeros la única idea de cruzar el Istmo, que debían hacerlo por infernales caminos, llenos de infinitos peligros, donde exponían la vida a cada momento.

El Ferrocarril de Panamá, construido de 1850 a 1855, representó un gran paso para hacer este tránsito muy placentero y seguro.

El General Buenaventura Correoso, Presidente del Estado de Panamá, hizo una proclama en abril de 1869, que tomamos en forma directa de un artículo de Conte Porras :

  1. Debemos todos contribuir a limpiar el muladar de la ciénaga y los muladares de la muralla, en donde la gente acostumbraba a depositar sus detritus y basura de toda índole. Los patios de arrabal deben ser limpiados todos los días y evitar que se acumule en ello todo material que pueda ser objeto de descomposición.
  2. Enterrar a los muertos de viruela o de cualquier otra epidemia, sin que se hagan los velorios, pues ellos son causas de aglomeración de gente.
  3. Hacer vacunar a todos los niños que aun no han sido atacados de viruela. En el último vapor francés llegado al puerto de Colón, llegó suficiente cargamento de vacunas, como para que cada niño sea vacunado, lo cual se hará en forma compulsiva con el apoyo del ejército nacional.
  4. Los animales muertos deben ser enterrados a profundidad para evitar la presencia de moscas y ratas.
  5. Las personas contagiadas de viruela deben mantenerse aisladas del resto de la población”.

Correoso, igualmente, se preocupaba por el estado de salud de la ciudad y sugirió contratar un empréstito para la instalación de un acueducto moderno y de un alumbrado por gas en las calles de la ciudad.

Un censo del Hospital de Extranjeros de febrero 1878, detalla las enfermedades ocurridas con mayor frecuencia en ese centro y entre las cuales se destacaron el alcoholismo, las diarreas, tuberculosis, tétano infantil, malaria, fiebres malignas, disentería, mordedura de víboras y diversos tipos de envenenamientos.

Existió también un Hospital Militar en el Paseo de las Bóvedas, que citó 17 muertes ocurridas en 1878, por tifoidea, tuberculosis, alcoholismo y disentería.

Los franceses, en forma general, no fueron muy exitosos en la medicina preventiva, en parte por desconocer el papel de los mosquitos, pero si resultaron mejores en la medicina curativa y la recuperativa

El desaseo prevalente en Panamá era motivo de muy frecuentes quejas de la ciudadanía, citando ejemplos como “la asquerosa costumbre de tirar desperdicios y aguas sucias a la calle por balcones, sin preocuparse por los transeúntes.

No llevaron a cabo masivas campañas de limpieza y saneamiento de las ciudades, como lo hicieron los norteamericanos.

Además, carecieron del total respeto y apoyo de la población, para el estricto cumplimiento de las órdenes que emanaban de la Oficina Sanitaria, porque, indudablemente, era más fácil desobedecer a un servicio local de Policía Colombiano, que a un Ejército de los Estados Unidos.

Es bueno recordar, en estos momentos, que al implantarse la fumigación y limpieza de todas las casas calles de Panamá y Colón, hubo débiles y fugaces protestas, basadas en la violación del principio de la privacidad, pero que rápidamente se esfumaron.

La medicina panameña durante la mayor parte del siglo XIX no fue una ciencia muy esclarecida ni destacada internacionalmente, sin embargo, si estuvo llena de ejemplos dignificantes en la práctica diaria de la profesión.