Monday, June 6, 2011     17:19
 

Nacionalización de la profesión médica

El 8 de septiembre de 1924 el Presidente Porras había dado el trascendental paso de nacionalizar al Hospital Santo Tomás, que muy recientemente acababa de inaugurar.

Abrió de esta manera, el camino para que las posiciones claves fueran ocupadas por ciudadanos del país, destacándose en esta línea el Dr. Alfonso Preciado, que vino a ser el primer panameño en obtener el puesto de Superintendente de ese centro hospitalario.

Con el transcurrir de los años, el país veía aumentar el número de nacionales que regresaban con sus títulos de doctor en medicina, pero de similar manera, observaba que había una gran cantidad de extranjeros ejerciendo la profesión.

La Asamblea Nacional del periodo 1936-1940 contó entre sus miembros a dos distinguidos médicos que tomaron en sus manos muchas luchas en favor de sus colegas.

Los doctores Sergio González Ruiz y Alberto Navarro fueron verdaderos paradigmas y ejemplo para las generaciones futuras, en sus afanes y desvelos por lograr mejores derroteros y ampliación de las condiciones de trabajo en todo momento. Por eso, no era de extrañar que en la sesión de ese órgano legislativo del 6 de octubre de 1938, se lanzaran de lleno con un proyecto de ley, altamente revolucionario para la época y que vendría a representar un gran paso en la historia de la medicina panameña.

La sesión de ese 6 de octubre fue sencillamente histórica y sus protagonistas se cubrieron de esa gloria que se deposita con caracteres de eternidad, sobre las ideas grandiosas.

La citada sesión empezó a las 4:10 p.m. Después de consumidos los puntos regulares del orden del día, los diputados Carlos Alvarado, José Ma. Trujillo, Antenor Quinzada y Catalino Arrocha Graell presentaron un proyecto de ley sobre la nacionalización de la profesión médica en Panamá.

Uno de los primeros ataques que se esgrimieron contra dicho proyecto, mencionaba que los proponentes no tenían idea sobre la profesión médica. La verdad sea dicha de paso, ya que los verdaderos gestores de la idea eran los doctores González Ruiz y Navarro, que más adelante en la sesión, se dedicarían de todo corazón a defenderla, apoyarla y a convencer a sus colegas sobre las bondades y beneficios que representaría su aprobación.

Los opositores argumentaban que el proyecto era de una tendencia ultranacionalista y mencionaban el punto de no contar el país en ese momento, con el suficiente número de médicos panameños para cubrir debidamente las necesidades de salud de la nación. Opinaron otros diputados que no alcanzaban a ver que beneficios podría derivar Panamá con la implementación de esta medida.

Se debía dejar las puertas abiertas para cualquier médico eminente que deseara venir a establecerse aquí. González Ruiz explica que por motivos éticos no había querido ser firmante del proyecto de ley. Insiste en que se debe proteger los intereses de los profesionales nativos en contra de extranjeros que se encuentran desvinculados de la realidad nacional. Tampoco, afirma en su brillante intervención, es cierto que los mejores médicos son los que emigran de sus respectivos países en busca de mejores horizontes. Recalca que son muchos los jóvenes panameños que se encuentran cursando estudios en Estados Unidos y Europa, que al regresar no tienen colocación en su propia tierra. Trae el ejemplo de algunos nacionales que han tratado de practicar la medicina en otros países y no han podido por encontrarse prohibida esa práctica a extranjeros.

Panamá adquirirá renombre y prestigio cuando se use el Hospital Santo Tomás como lugar de entrenamientos para nacionales de otras naciones.

Los oponentes del proyecto citan el ejemplo de que hay regiones del país con sólo tres médicos y dos son extranjeros.

Otros legisladores se unen al proyecto manifestando que es un hecho positivo y que ya la profesión de abogacía se encontraba protegida con la aprobación de la ley 55 de 19___ y que era lógico hacer lo mismo con la medicina.

Se destacó también el estímulo que este paso traería a la profesión médica, que se sentiría apoyada dentro de su propio país.

Puesto a votación el proyecto resultó aprobado por unanimidad y pasado a una Comisión integrada por los diputados González Ruiz , Jacinto López y León y Octavio Fábrega, con plazo de cinco días para rendir informe.

De regreso al pleno de la Asamblea, recibió modificaciones para incluir un artículo nuevo en el sentido de obligar a los becados del estado a prestar sus servicios en el interior de la República por lo menos un año. Se modificó también en el sentido de primero concluir con el año de internado obligatorio y luego ir al interior, pues se estimó que era necesario con antelación, adquirir la suficiente experiencia en el Hospital Santo Tomás.

El proyecto de ley por medio del cual "se limita el ejercicio de la medicina a los panameños o a los extranjeros que ya estuvieran ejerciendo la medicina" pasó a una Comisión de Redacción con término de 24 horas.

Se destaca en el espíritu y letras del articulado original, y luego en las modificaciones que le fueron introducidas, un gran deseo de hacer justicia a lo nacional, pero sin la mezquindad de negarle igual oportunidad a aquellos extranjeros que ya compartían nuestro suelo y que habían jugado un muy importante papel en la salud pública de nuestro país.

Un trascendental paso de los doctores González Ruiz y Navarro en defensa de los intereses de los médicos panameños.

Desde entonces fueron aplicando cada vez más estrictamente las medidas de la obligatoriedad de los dos años de internado, uno en los hospitales de Panamá, Colón y Chiriquí y el segundo en el interior de la República, para optar por la idoneidad y ejercer la profesión médica. Pero el primer requisito es ser ciudadano panameño y esto fue la victoria de los ya citados Dres. González Ruiz y Navarro, a quienes las nuevas generaciones de médicos nacionales deben honrar con todo cariño y respeto.