Monday, June 6, 2011     17:19
 

La Escuela Normal de Santiago

El Presidente de Panamá, Dr. Juan Demóstenes Arosemena, había sido electo en junio 7 de 1936, en unos comicios que fueron tildados como nada transparentes. La oposición encabezada por Don Domingo Díaz Arosemena gritó que hubo fraude electoral. No obstante, el 1 de octubre del citado año, tomó posesión de la más alta magistratura del país, con el debido reconocimiento del Gran Jurado Nacional de Elecciones.

Desde sus inicios la administración Arosemena fue dando muestras de una dirección firme, progresistas y patriótica, ya que estaba encabezada por una persona de gran objetividad en las decisiones, una formación académica de sólidas bases, con firme carácter y vocación por las grandes obras para la historia.

Innovador como pocos, se le ocurrió abrir caminos hacia el interior y así empezó a germinar la idea de trasladar la Escuela Normal de Institutoras, que se encontraba en el Barrio de la Exposición de esta ciudad, para Santiago de Veraguas, en el mismo centro del interior de la patria.

Desde sus inicios, la idea gubernamental tropezó con fuerte oposición, especialmente por aquellas personas que se veían de inmediato afectadas por un futuro cambio de residencias, nuevos hogares y amistades. Los profesores, maestros y administrativos, incluyendo a estudiantes de la capital, de pronto se veían con la amenaza de cambiar toda su forma de vivir, con un traslado hacia Santiago de Veraguas.

La revolucionaria idea fue tomando más calor entre la ciudadanía, pues demostraba un sentido nuevo en la educación nacional por llevar el desarrollo hacia otros lugares. También una mejor compenetración de los estudiantes, futuros maestros, con los lugares y pueblos donde, precisamente, tendrían que realizar sus labores docentes y esparcir los conocimientos adquiridos.

El maestro formado en nuevos centros, allegados a su misma concepción, se identificaría mucho más con el ambiente y vendría a ser el principal motor en el desarrollo de una nueva concepción del concepto cambiante de la educación.

Tal vez ésta fue la idea principal y base fundamental del Presidente Arosemena, además de la clave primordial de su éxito.

Se planeó una obra física gigantesca para demostrar toda la pujanza y esfuerzo que el gobierno intentaba plasmar en esa región.

El ingeniero constructor fue Luis Caselli, supervisado por una junta de profesionales integrada por el Ing. Leopoldo Arosemena, secretario de Gobierno y Justicia, el Ing. Ernesto Jaén Guardia, secretario de Higiene, Beneficencia y Fomento y el Ing. Augusto E. Arosemena, como jefe de la Sección de Diseños y Construcciones.

Se levantó la edificación en un inmenso llano, repleto de tradiciones y creencias campesinas, donde predominaba la leyenda de una luz nocturna que vagaba por el área y que representaba el alma de los muertos en las guerras entre los liberales y conservadores o en otra interpretación, como algo indicativo de tesoros escondidos, que saldrían a la superficie en algún momento.

El periodista Ignacio de J. Valdés, en su famoso cuento "La Luz del Llano", enmarcado dentro de una poderosa técnica narrativa, y que se publicó con motivo de las celebraciones inaugurales, mencionaba que dicha luz vagaba por la eternidad, pero que ahora se había convertido en la Normal de Santiago y su peregrinaje eterno había terminado.

El área total del terreno era de 42,500 metros cuadrados, de los cuales 3921 se destinaron para dormitorios, 4123 para edificios de enseñanza, 870 para las casas del director y subdirector, 518 dedicados a pasillos.

La capacidad para alumnos era 1200 (12 señoritas venezolanas se iniciaron en este centro, al igual que 10 becarios costeados por el diario El Panamá América y uno por el Club Miramar de Panamá).

Como núcleo original se nombraron el 25 de mayo a 30 profesores, al director Agustín Alvarez Villablanca, chileno y como subdirectora a la señora Inés Fábrega de Prieto, oriunda de Santiago de Veraguas y destacada educadora nacional.

La matrícula original fue de 864 jóvenes de ambos sexos, de los cuales 536 eran señoritas internas y 91 varones. Como externos se anotaron 113 mujeres y 124 hombres.

Santiago de Veraguas vivió el 5 de junio de 1938, unos momentos históricos de grata recordación para los miles de visitantes que acudieron a presenciar tan importante acto. La ciudad se había vestido con sus mejores y relucientes galas, pero sobre todo con un contagiante entusiasmo por todos los sectores, que se veían totalmente engalanados.

El programa oficial fue el siguiente:

  1. Alma Mater, canto por los alumnos de la Escuela.
  2. Bendición del plantel por su Excelencia el Nuncio Apostólico de Panamá, Monseñor Carlos Chiarlo.
  3. Pieza musical "El Secreto" de Gautier, Banda Republicana.
  4. Discurso del Excmo. Sr. Presidente de la República.
  5. Pieza musical "Serenata Chiricana" de Rebolledo. Banda Republicana.
  6. Discurso del Dr. Julio J. Fábrega, en representación del Consejo Municipal de Santiago.
  7. Discurso de la señorita Josefina Aldrete, en representación de la mujer veragüense.
  8. Pieza musical "Dos Guitarras" de Herlick. Banda Republicana.
  9. Discurso de Don Nicolás Victoria J., en representación de la Academia Panameña de la Historia.
  10. Himno Nacional. Banda Republicana.
  11. La ciudad se había convertido en un hervidero de más de 12,000 personas, con una inmensa cantidad de automóviles circulando por todas partes.
  12. La naturaleza se presentó muy pródiga, ya que a pesar de unas pequeñas lloviznas, el tiempo se encontraba levemente nublado y con una brisa bastante agradable.

Los actos se iniciaron a las 4 de la tarde de ese domingo 5 de junio de 1938, con la llegada del Presidente Arosemena y su distinguida comitiva a los balcones de la Gobernación de la provincia.

Un desfile muy imponente y ordenado se dio comienzo con unidades de la Policía Nacional, ciclistas locales, escuadrones de caballería, Banda Republicana, Cuerpo de Bombero de Santiago, escuelas públicas de la ciudad y de la capital, con sus vistosos uniformes, Comité Organizador, empleados públicos, concejales, Colonia china y delegaciones de los corregimientos.

Terminada esta parte y bajo arcos de triunfo, el Presidente Arosemena, se dirigió hacia el Aula Máxima de la Escuela Normal.

En la gran extensión de terrenos para los futuros jardines, se encontraba la estatua de Urraca, símbolo de la rebeldía nacional.

El primer mandatario en su magnífico discurso manifestó que este "plantel a la vez que constituye testimonio de mi gratitud a la provincia de Veraguas, es brújula que marca uno de los derroteros que con más empeño he procurado imprimir a mi gobierno: la vuelta al interior de la república y su incorporación a la vida moderna y al progreso. La obra trascendental que hoy iniciamos, señores, es la que pudiéramos llamar la liberación del interior".

Dirigiéndose a los alumnos les manifestó: "os toca el privilegio de ser los primeros iniciados en este templo del saber y a la cultura. Sobre vosotros pues, recae la responsabilidad de prestigiarlo y darle brillo y hacer que cumpla los elevados fines para que ha sido creado. En el interior está la redención del país: toca a vosotros realizarla".

Una brillante pieza oratoria del Presidente J. D. Arosemena, que fue recibida por nutridos aplausos de más de doce mil personas que se regocijaban por la terminación de una de las obras más trascendentales de su gobierno.

Como un recordatorio especial se hizo una emisión de estampillas conmemorativas, que se pusieron a la venta a las 9:00 a.m. y que para las 3:00 p.m. se habían agotado totalmente.

La historia se ha encargado de demostrar, con su fallo inexorable, lo acertado que resultó esta medida. Un verdadero faro de luz y esperanza en la educación nacional.

Como dijera un informe periodístico de la época: "la inauguración de la Escuela Normal de Santiago de Veraguas, quedará como uno de los fastos más significativos de la vida republicana de Panamá. Es la dignificación del interior de la República. Y ha sido un Presidente nacido en la capital el que la ha iniciado. No es posible olvidarlo".