Monday, June 6, 2011     17:19
 

Los nuevos edificios del Instituto Nacional

La instrucción secundaria en la joven República de Panamá se venía impartiendo en muy diferentes y separados centros, algo que implicaba grandes erogaciones al Fisco Nacional.

Había una Escuela Normal y una Superior para Varones, Colegios para Comercios e Industrias con una verdadera anarquía en cuanto al mantenimiento de la uniformidad en sus planes de estudios.

El Presidente José Domingo de Obaldía y el Secretario de Instrucción Pública, Dr. Eusebio A. Morales, se podían sentir muy felices por esfuerzo tan grande que habían llevado a cabo al unir todos estos planteles en uno solo: El Instituto Nacional y que abrió sus puertas el 25 de abril de 1909. Se utilizó un edificio en la Calle 14 Oeste de esta ciudad (en la actualidad ocupado por la Escuela Manuel José Hurtado), que resultó pequeño desde el primer momento para la matrícula inicial de 298 alumnos distribuidos entre las Secciones Normal, Humanidades, Comercial y Técnica.

La rectoría le fue confiada a un gran pedagogo y hombre de letras, Don Justo A. Facio, panameño de nacimiento, pero quien desde muy pequeño había vivido en Costa Rica.

La idea para crear un gran centro de enseñanza en Panamá se empezó a gastar bajo la administración del Dr. Manuel Amador Guerrero y su Secretario de Instrucción Pública, Don Melchor Lasso de la Vega.

El Poder Ejecutivo sancionó una ley en tal sentido, el 31 de mayo de 1907, pero no vio su ejecución real hasta marzo de 1909. Llevada a cabo la inauguración del Instituto Nacional el 25 de abril de 1909 como ya fue citado, muy pronto empezaron a germinar proyectos para la construcción de un gran edificio para este centro educativo que tuviera mayores facilidades, condiciones técnico-pedagógicas y que fuera un orgullo para todos los panameños.

El Presidente de Obaldía le brindó de inmediato un apoyo total a esa obra y desplegó enormes esfuerzos para llevarla a cabo. Se gestionó la compra del terreno a muy buen precio, en una colina a las faldas del Cerro Ancón, propiedad de la familia Díaz y con una extensión de más de una hectárea.

Los planos se encomendaron al reconocido arquitecto italiano Genaro Ruggieri y la construcción de la obra al ingeniero Florencio Harmodio Arosemena. Ya este binomio se había anotado resonantes éxitos en los bellísimos edificios del Teatro Nacional, el Palacio de Gobierno y el Palacio Municipal, este último próximo a inaugurarse.

El Instituto Nacional vendría a ser el cuarto pilar de esta extraordinaria serie de construcciones que empezaban a proyectar la imagen de una gran metrópoli a la ciudad capitalina.

El complejo educativo tendría cinco (5) edificios, incluyendo salones de clases, dispensarios, enfermería, dormitorios, laboratorios, museo, gimnasio, biblioteca, comedor y cocina.

Una gran pared de regular altura se levantaría alrededor y que sirviera no solo como un elemento decorativo de importancia, sino también como muro para controlar la disciplina de los alumnos internos.

Unas grandes figuras ornamentales se compraron en Italia, que luego representaron un reto a la ingeniería para levantarlas hasta el sitial donde se encuentran actualmente. Tomó alrededor de dos días y un gran equipo de trabajo bajo la dirección de Don Alfonso Fernández, un reconocido maestro de obras, con mucho ingenio y experiencia que ya había demostrado en el proyecto arquitectónico del Palacio Municipal.

La construcción general era de piedra, acero y concreto con mosaicos y mármoles traídos especialmente de Europa. A cada lado de las escalinatas centrales y custodiando las puertas de entrada, se colocaron dos enormes esfinges de bronce, que han mantenido a través de los años su mirada adusta y seria vigilando las puertas del Instituto.

En lo más alto de la pared principal, dos grandes ángulos que convergen hacia el centro, como símbolo de protección perpetua para sus aguiluchos.

El Presidente de Obaldía no pudo ver realizado su hermoso sueño de dotar al Instituto Nacional de los nuevos edificios, pues había fallecido de un ataque cardíaco en mayo 1910. Le tocó al Presidente Pablo Arosemena, inaugurar esta sede el domingo 18 de junio de 1911, por la noche cuando prestigió con su presencia y la de su gabinete un esplendoroso acto social, llevado a cabo en el Aula Máxima de ese plantel, el más hermoso salón de reuniones de esa época.

Se había repartido un gran número de invitaciones y asistió una selecta concurrencia, que dio muchísimo realce a la ceremonia. El plantel entero se encontraba iluminado presentando una imponente y majestuosa apariencia. El patio también estaba con luces de grandes faroles.

La parte musical estuvo a cargo de las Bandas Republicanas y del Cuerpo de Bomberos, con muy apropiadas selecciones. El cuerpo consular y diplomático en pleno, así como todos los altos funcionarios del gobierno también presenciaron esta inauguración.

Las damas, muy bellamente arregladas y vestidas, engalanaban esa noche que pasó a la historia como uno de los mejores actos programados hasta entonces.

Le tocó al Secretario de Instrucción Pública, Dr. Heliodoro Patiño, pronunciar el discurso inicial en nombre del Gobierno Nacional. Rindió tributo, en su formidable pieza oratoria, a la administración bajo cuya dirección se había terminado tan magnificente obra. Delineó claramente los objetivos que se perseguían con el Instituto Nacional y expresó asimismo las esperanzas que representaban los beneficios duraderos que traería para las generaciones de jóvenes de Panamá.

Respondió a estas elocuentes palabras el Rector del plante. Terminada la ceremonia, la concurrencia bajó las escalinatas hacia el vestíbulo donde se brindó con champagne. Más tarde se distribuyeron botones de rosas escogidas y atadas con cintas de seda que llevaban una inscripción alusiva al acto.

Se procedió posteriormente a dotar las aulas y oficinas con todo lo necesario para el inicio de clases y se nombró mediante el Decreto Ejecutivo No. 80 al personal de educadores:

Rector: Dr. George Goetz
Director Sección Normal: Dr. Richard Newman
Profesores:  
Etica: J. D. Moscote
Psicología y Lógica: Eusebio A. Morales
Pedagogía: George Goetz
Español: Dr. José Herrera y Alfonso Fábrega
Inglés: John Stewart
Francés: Manuel Patiño
Alemán: Richard Newmann y George Goetz
Historia: Ricardo J. Alfaro
Arte: George Goetz
Geografía: Richard Newmann, George Goetz y Ernesto Stoltz
Ciencias Naturales: Otto Lutz y R. T. Marqués
Física: Eugenio Lutz
Química: Silvio Pelizzolo
Dibujo: Fco. Vallarino
Artes Manuales: Daniel Montón
Canto: Narciso Garay
Recitación: George Goetz
Matemáticas: Eugenio Lutz, Lorenzo Barraza Y Ernesto Stoltz
Gimnasia Y Deportes: G.L. Michand
Música: Narciso Y Nicole Garay
Antropología E Higiene: Umberto Paoli

Se programó para una matrícula de 1,000 alumnos (externos) y 200 internos. Las clases se iniciaron formalmente el día 15 de julio.

Desde los primeros días se notó una gran disciplina y enorme deseo de superación y de aprendizaje de los alumnos. El licenciado Manuel Roy, primer egresado del Instituto Nacional en llegar a ocupar la rectoría del mismo, acuñó varios años después el lema:

"Todo por la gloria institutora"

que ha servido de guía a este plantel a través de los años. La visión de grandeza en el aspecto educativo que siempre mantuvo el Presidente José Domingo de Obaldía le hizo concebir esos majestuosos edificios y la organización para una instrucción superior en la nación.

Y desde su noche inaugural el Instituto Nacional y sus aguiluchos han transitado por la historia patria, en todas las posiciones y trincheras. Imprimiendo un sello de acendrado patriotismo y reciedumbre, firmeza y decisión, como verdaderos "cariátides de bronce".