Monday, June 6, 2011     17:19
 

Primeras discrepancias en la interpretación del Tratado Hay-Bunau Varilla

La tinta que usaron las plumas para la firma del Tratado Hay- Bunau Varilla, en el crepúsculo del 18 de diciembre de 1903, aun no se había secado completamente, cuando empezaron a aparecer las protestas panameñas, por actos unilaterales de los Estados Unidos en la interpretación de algunas cláusulas.

El 11 de agosto de 1904, don José Domingo de Obaldía, nuestro Ministro en Washington, le dirige una extensa carta al Secretario de Estado del país norteño, John Hay, donde empieza por hacer énfasis en el concepto de soberanía .

Menciona el diplomático de Obaldía , que en ningún momento “ se ha usado expresión alguna que implique el traspaso del dominio absoluto sobre el territorio, ni mucho menos la transferencia de la soberanía”.

Explicaba igualmente, que el Artículo III del Tratado en mención, establece que los Estados Unidos “ poseerían y ejercerían los derechos, poder y autoridad que la República de Panamá les concedió sobre la Zona, como si ellos fueran soberanos en el territorio”. Esta última expresión indica la idea de que no lo son.

En el Artículo VI se trata de compensaciones que se otorgarían a las propiedades de particulares dentro de la Zona, decidiéndose que serían estas controversias motivo de investigación y decisión de una comisión mixta de representantes de ambos países. Si hubiera una soberanía excluyente por parte de los Estados Unidos, no se valora la integración de esta Comisión Mixta, pues un solo país podría decidir por sí solo.

Después de variadas consideraciones en cuanto al tema de la soberanía, el Embajador de Obaldía, afirma que “ el pensamiento de las partes contratantes está obscuro en todo cuanto se refiere a estas delicadas cuestiones del dominio o de la soberanía, pero después de un estudio cuidadoso puede llegarse a la conclusión de que los dos países ejercen conjuntamente la soberanía sobre el territorio de la Zona del Canal.”

Siguiendo directrices emanadas de Ordenes Ejecutivas, el Gobernador Davis , convirtió en puertos de la Zona, los lugares de La Boca en Panamá y de Cristóbal en Colón, pese a todas las críticas del gobierno panameño.

De modo similar, abrieron oficinas de aduana para cobrar impuestos, sin embargo, no existía ninguna cláusula en el Tratado que autorizara a los Estados Unidos a establecer dependencias en los puertos de Panamá y Colón.

El uso de los correos también presentó un punto álgido en estas discrepancias, ya que las oficinas de la Zona del Canal, cobraban portes de menor valor que las panameñas, con la consiguiente pérdida económica para nuestro país.

Si las disposiciones existentes sobre puertos, aduanas y correo siguieran en aplicación en la Zona, llevarían a Panamá, a una ruina económica, dentro de muy poco tiempo, ya que todo el comercio se desviaría de tales puntos, con el correspondiente peligro de un pronto caos .

El Embajador de Obaldía en su extensa nota dirigida al Ministro John Hay, le solicitaba que “ haciendo uso de las facultades administrativas de que está investido, y con el objeto de poner término a la delicada situación que atraviesa la República de Panamá, imparta las órdenes del caso, a efecto de que se suspendan las disposiciones dictadas por las autoridades de la Zona del Canal, en lo referente a puertos, aduanas y correos, hasta tanto que sobre ellas se llegue a un acuerdo que consulte los intereses comunes.”

El refrán popular menciona que “ lo que mal empieza, mal acaba” y se aplica al Tratado Hay-Bunau Varilla que vino a regir las relaciones canaleras entre los Estados Unidos de América y la República de Panamá, desde diciembre 18 de 1903.

Por consiguiente, ese pacto donde solamente se lee “ Panamá cede “, fue desde sus primeros pasos, motivo de muchas discusiones y fricciones entre ambas naciones, innecesarias de haberse consignado, desde su inicio, cláusulas con espíritu noble, justo y equitativo.

La firma de los Tratados Torrijos-Carter en septiembre de 1977 y que programó la reversión a Panamá de todas las propiedades norteamericanas en la Zona, fue la victoria final que vino a coronar las luchas del pueblo panameño, por la soberanía plena en ese territorio.