Monday, June 6, 2011     17:19
 

Segunda Temporada de Arte en 1910

La población de la ciudad de Panamá en 1910, no podía menos que estar muy complacida, pues se anunciaba el retorno de la Compañía de Opera de Marco Lombardi, que tanto éxito tuvo dos años antes durante la inauguración artística del Teatro Nacional (Octubre 22, 1908). La oficial fue el 1o. Del mismo con la toma de posesión del presidente José Domingo de Obaldía.

Panamá era un gran mercado para todos estos eventos culturales, por la bonanza económica reinante durante la construcción del canal y por ser la escala casi obligada en las rutas marítimas de la navegación comercial del mundo. No resultaba extraño que grandes espectáculos se presentaran con frecuencia, no sólo en el mismo Teatro Nacional, sino en otros más pequeños como el Metropole.

La Compañía Lombardi que venía de regreso de una gira pro Norteamérica, estaba integrada por más de 100 miembros y mucho más reforzada que en su anterior visita.

La promoción para este acontecimiento se inició de inmediato con ventas anticipadas de abonos a un 20% de descuento en el gran almacén A la Villa de París.

Se anunciaron los siguientes precios:

palcos con 8 asientos: $40.00
anfiteatro: 5.00
luneta: 4.00
galería: 1.50

El jueves 2 de junio a las 8:00 p.m. debutó la compañía con la ópera Fausto con el siguiente reparto:

Margarita: Marina Calvi
Siebel: Adalgisa Granea
Martha: Srta. Baganielli
Fausto: Giovanni Nadal
Valentín: Giuseppe Maggi
Mefistófeles: Antonio Sabellico
Wagner: Pompo Elena
Director de Concierto: Fuglencio Guerrieri
Director de Coro: Giovanni Doranelli

Una gran orquesta, coros de campesinos, estudiantes, contribuyeron al gran éxito obtenido.

Para darle un toque de caché europeo, el Hotel Panazone, anunciaba que permanecería abierto después de cada función para brindar un menú especial y café a los asistentes.

Para la noche inaugural se anunció la siguiente:

Sopa bouillion  
Ensalada de camarones con mayonesa  
Filete de carne con hongos  
Papas Fritas  
Demitasse Precio: $0.75

Debido a una copiosa lluvia que cayó esa noche, la presentación de Fausto fue a sólo media entrada de la capacidad del teatro.

Sin embargo, los comentarios generales indicaban que la Soprano Marina Calvi había cautivado totalmente al público en la escena, con su bien timbrada y melodiosa voz, en las difíciles áreas de la ópera y en el soberbio final de la obra.

El director Guerrieri demostró una extraordinaria habilidad en la conducción de la orquesta, que brindó una demostración de verdadera clase.

El presidente de la república, encargado, Dr. Carlos A. Mendoza acompañado por el secretario de Instrucción Pública y alcalde del distrito estaban en el sitial de honor.

Otros palcos tenían a miembros del gabinete y a escasas familias que se habían hecho presente desafiando las inclemencias del tiempo.

Para el sábado 4 la cartelera anunciaba a la ópera Tosca de Puccini con el debut de los notables cantantes Velia Giorgi y Prieto Buganiela, quienes se anotaron un éxito resonante.

Al día siguiente, se estrenó El Trovador, luciéndose en grado sumo la mezzo soprano Lola Frau, que cautivó a la audiencia por la facilidad de la transición de agudos a bajos y el desempeño en el difícil rol de gitana. Fue requerida su presencia varias veces al escenario, por los calurosos aplausos.

El tenor Scalabrini, quien también debutaba esa noche, se consagró, teniendo que repetir la romanza "madre infelici" a demandas insistentes de la concurrencia.

El martes de 7 de junio se programó a Rigoletto y la entrada fue tan paupérrima que hubiera sido causa muy justificada para suspender la función. A pesar de ello, los artistas, como verdaderos profesionales, supieron rendir al máximo para complacer al valeroso público.

El jueves 9 le tocó el turno a la ópera Mignon con una suerte parecida con referencia a la asistencia.

Los artistas, a pesar de tan débil apoyo, se prodigaban una vez más en sus presentaciones ante esas nobles personas que concurrían.

El sábado 11, la notable ópera Madame Butterfly apareció en el escenario del Teatro Nacional.

La respuesta del público a estas extraordinarias funciones operísticas era muy desalentadora, lo cual obligó a un comentario del maestro Garay en el sentido de que "decididamente la ópera no echará raíces en Panamá, cuya afición teatral aún nos es desconocida".

A pesar de estas desalentadoras audiencias la compañía prosiguió con su programa y así pasó por el Teatro Nacional la cartelera siguiente:

Martes 14: Un baile de máscaras de Verdi.

Jueves 16: Carmen de Bizet. Dada la actuación de la soprano Dolores Frau y su belleza tan cautivadora inspiró al poeta Juan Arana Tovar a dedicarle un largo poema que en sus estrofas iniciales decía:

"Catalana misteriosa
que arrebatan a los hombres, que enloquecen los sentidos
ruiseñor de primavera, hurí hermosa
que a tus plantas como siervos, humillados y rendidos
tienes mil admiradores
que dichosos ofrecieran sus mil vidas
para gozar de los fulgores
que destellan tus pupilas, soñadoras, adormidas"

Sábado 18: Cavallería Rusticana de Mascagni
Pagliaci de Verde
Domingo 19: La Favorita
Martes 21: La Boheme de Puccini
Jueves 23: Madame Butterfly
Sábado 25: Carmen
Domingo 26: Gioconda
Martes 28: Lucía de Lammermour

Para esta fecha y en vista del poco respaldo del público, a pesar de los magníficos programas que eran presentados, se decidió rebajar los precios:

Palco con 8 asientos: $28.00
Anfiteatro: 3.50
Luneta: 3.00
Galería: 1.00

El jueves 30 se anunció la famosa ópera Aída de Verdi, en honor del maestro Garay y de la Escuela Nacional de Música y Declamación.

Rafael Masías, el representante de la compañía, hizo unas declaraciones donde puntualizaba las enormes pérdidas financieras sufridas, mencionándose cifras de $15,000.00. El gobierno panameño decidió subvencionarla con $5,000.00, gesto que fue muy apreciado por todos los artistas.

Un muy decepcionante viaje fue para la Compañía de Opera Lombardi esta visita a Panamá, después de haber tenido un gran triunfo al inaugurarse el Teatro Nacional.

La cobertura de los medios periodísticos, tanto del Diario de Panamá como la Estrella de Panamá, fue muy buena. Aparecían excelentes comentarios ensalzando la labor de estos grandes artistas que se prodigaban al máximo en cada función y llamando continuamente al interés general por una mayor asistencia y decidido apoyo.

Este sonado fracaso de la Compañía Lombardi, ponía de manifiesto que para grandes y costosos acontecimientos artísticos, no contábamos todavía con la suficiente población y educación para respaldarlos.

El factor costo también influyó pues para los habitantes de Panamá era bastante oneroso presenciar la totalidad del brillante repertorio operístico que se le había preparado.

Otro factor también muy importante, lo constituyó el inclemente tiempo lluvioso, pues en varias noches de las actuaciones programadas, se desataron copiosos aguaceros que impidieron a gran parte del público hacer acto de presencia.

Daba la apariencia como si hubiésemos querido caminar a demasiada prisa en estos pininos operísticos a que nos lanzamos en 1910.